Enfermedad de Chagas:

Controversia sobre tratamiento específico en fases latente y crónica 

Autores: Manzur Rafael E., Barbieri Gustavo P.

Resumen

La población de la República Argentina, estimada en 33 millones de habitantes, ofrece variaciones en la prevalencia de pacientes con serología positiva para enfermedad de Chagas que oscilan entre el 2% y el 11% según la endemicidad de la zona de radicación. En 1937 Salvador Maza comenzó el tratamiento etiológico para la enfermedad de Chagas utilizando los compuestos Bayer 7602, Bayer 9736 y M 3024 o Cruzon. A partir de 1965 se utilizó el nifurtimox que produjo resultados eficaces en pacientes que cursaban la etapa aguda de la infección. Desde 1969 otros numerosos estudios clínicos y de laboratorio confirmaron la eficacia tripanosomamicida del nifurtimox y del benznidazol durante la fase aguda de la enfermedad, con eficacia terapéutica de hasta un 80% de los casos tratados. A partir de la década del '80 estos compuestos comenzaron a utilizarse también en la fase crónica de la enfermedad; con ello se intentaba abandonar la actitud expectante frente a un proceso evolutivo conocido, erradicar el parásito de la sangre (eslabón fundamental para las acciones de control), eliminando los reservorios humanos del parásito y con ello la cadena de transmisión de la enfermedad, y disminuir la incidencia de las formas postransfusional y congénitas, previniendo la aparición de cardiopatías. Sin embargo, el uso de drogas tripanosomamicidas en la fase crónica de la enfermedad de Chagas es un punto todavía controvertido. Quienes se inclinan actualmente por realizar tratamiento en la fase crónica en adultos sostienen que el mismo brinda al paciente la probabilidad de prevenir o morigerar la incidencia de cardiopatías y hasta detener su evolución, disminuyendo la morbimortalidad en pacientes con cardiopatía ya instalada. Otros autores, por el contrario, desalientan el tratamiento con drogas tripanosomamicidas en pacientes en estadio crónico ante la escasa posibilidad de cura parasitológica y serológica, con beneficios clínicos dudosos a largo plazo y efectos colaterales intensos referidos en pacientes en fase crónica y que habitan en zonas endémicas. También se sostiene que la evaluación de la eficacia del tratamiento es muy compleja, tanto como las características de la infección misma. Por todas estas razones consideramos necesario realizar nuevos estudios tendientes a dilucidar las controversias antes planteadas. Estos estudios deben incluir el uso de métodos no invasivos que nos permitan conocer más a fondo la situación cardiovascular de los infectados chagásicos en el momento en que se plantee la opción terapéutica, según se encuentren los pacientes en etapa latente o crónica, con o sin sintomatología. Además, los métodos de la biología molecular, como la PCR, por su mayor sensibilidad, aparecen como herramientas prometedoras para establecer la cura parasitológica. Al respecto el Comité de Chagas de la FEDERACIÓN ARGENTINA DE CARDIOLOGÍA ha encarado estudios multicéntricos nacionales con la esperanza de contribuir al esclarecimiento de algunos de los interrogantes mencionados.

Palabras clave:

2012-08-20   |   811 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 31 Núm.3. Julio-Septiembre 2002 Pags. 274-279 Rev Fed Arg Cardiol 2002; 31(3)