De la unidad de infectología del Hospital Militar Central de Bogotá

Autores: Valderrama Sandra Liliana, Gómez Quintero Carlos Hernando, Osorio Johanna V, Reyes Pabón Patricia, Sussmann Peña Otto Alberto

Fragmento

Estrategias para no perder la guerra contra las enfermedades infecciosas La introducción de la penicilina en 1928 ha sido uno de los avances médicos de mayor impacto en la historia de la humanidad. Con esta sustancia se han evitado muchas muertes desde la segunda guerra mundial, se han prevenido gran cantidad de decesos, secundarios a la gangrena y a la miositis por heridas de guerra y se han tratado satisfactoriamente muchas de las enfermedades infecciosas que afectaban sin remedio a la humanidad: léase sífilis y neumonía. Este betalactámico descubierto de manera accidental por Alexander Fleming en su laboratorio y aislado en 1943 por Ernst Chain y Howard Florey fue el primero de una serie de moléculas relacionadas entre si e introducidas desde entonces para su uso clínico. No obstante, a partir de 1983 el número de sustancias realmente novedosas ha disminuido de manera gradual y las investigaciones clínicas orientadas a desarrollar nuevos antimicrobianos se han quedado dando vueltas sobre moléculas con mecanismo de acción ya conocidos, solamente con algunos cambios en su dosificación y espectro antimicrobiano. “Simplemente, en el horizonte no hay suficientes nuevos medicamentos con que seguirles el paso a las bacterias resistentes”. Por otro lado, la universalización del uso de antimicrobianos, no sólo en el campo del cuidado de la salud humana, sino también en el de la agricultura y la veterinaria y su uso indiscriminado, ha favorecido el desarrollo de un gran problema terapéutico: la resistencia bacteriana, definida como la estrategia natural de los microrganismos de desarrollar cambios genéticos y mutaciones que disminuyan la eficacia y contundencia de los antibióticos. Cada día se encuentran entre otras, más cepas multirresistentes de Pseudomonas aeruginosa y Acinetobacter baumannii, infecciones en las que las posibilidades de recuperación de los pacientes se ven limitadas o ausentes. Y no hay nuevos antimicrobianos disponibles para combatir estos procesos infecciosos. Además, el sistema inmunológico, diseñado para defender al hombre de los microrganismos y de las células malignas, lamentablemente parece no estar cumpliendo con su cometido.

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2009-03-25   |   1,172 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 16 Núm.1. Enero-Junio 2008 Pags. 138-139 Rev Med 2008; 16(1)