Y tú… ¿quién eres?

Autor: Gómez Galiano Walter

Fragmento

Soy Milagritos, nací pesando 650 gramos, es decir, lo que pesan 3 manzanas. Por alguna razón que desconozco, desperté bruscamente al escuchar mucha bulla y el llanto de mi madre que, desesperada, pedía ayuda a alguien que llamaba Doctor. No sé si ese señor estaba molesto, ocupado… lo cierto es que ordenaba a otra persona (algo malhumorado o muy tenso no lo sé) que la suban. ¡Rápido! ¡Rápido! ¡Súbanla!. Mientras, mi madre lloraba desconsolada, sentía su angustia y desesperación por algo que ella no podía solucionar, su corazón latía con tanta fuerza y tan rápido que me asustaba, las paredes de mi casa se movían como gelatina y con una fuerza tan grande que dañaban mi cuerpecito en formación. Mi cama, que hasta esa fecha era un mar cálido y tranquilo, se agitaba con un oleaje intenso jamás visto, era una tormenta que cada vez se hacía más intensa y me arrojaba por un canal algo estrecho, pero por el cual pasaba con cierta facilidad arrastrada por una corriente de agua. Salí no sé a dónde y unas manos me agarraron, percibí una claridad extraña que no entendía porque ni siquiera podía abrir bien mis ojos, además sentía un frío intenso, “¡Dios mío! ¡Me congelo! ¡Por favor abríguenme!”. Sentí unas manos que me estrujaban con tanta fuerza que mi piel se desgarraba y lo peor de todo: tenía una opresión grande en el pecho que me impedía respirar con facilidad. “¡Me ahogo!”. Y lo extraño, me ahogaba en un mar de aire, no lo entendía. La cabeza me estallaba y la gente que me rodeaba gritaba y se desesperaba, pedían “tubo”.

Palabras clave:

2007-10-03   |   1,276 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 8 Núm.2. Julio-Diciembre 2006 Pags. 101-102 Paediatrica 2006; 8(2)