De las pérdidas y los dolores que las acompañan

Autor: Ayala Murguía David Francisco

Fragmento

Hay dolores para los cuales estamos de acuerdo en que existe una localización, un lugar, tanto en el cuerpo como en el lenguaje; con los dos ejes mencionados, el sujeto da cuenta, a sí mismo y al otro, de su ubicación. Cuando nos aqueja una dolencia del tipo descrito, basta hablar de un dolor de muelas, un dolor de estómago o un dolor de espalda, y a todos nos queda clara la focalización. Podemos afirmar que todo el cuerpo posee, está o queda dentro de esta doble posibilidad ubicatoria. Ningún dolor físico escapa ni al cuerpo ni al lenguaje. Por desgracia, cuadro tan preciso y definido no es el más común tratándose del dolor. Las aristas se difuminan cuando el dolor persiste, cuando no se va. Se estaciona y la posibilidad de trascender en el tiempo va provocando que también la zona afectada se confunda, camine, se haga grande –como las ondas en las quietas aguas–, y así continuará hasta tocar e invadir los límites de la subjetividad. El dolor –antes circunscrito a un punto corporal– ahora implicará a la fantasía, al pensamiento, a la ideología, a la conciencia del individuo. El dolor, nacido en el cuerpo, ha tomado por asalto a la subjetividad.

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2005-09-07   |   930 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 3 Núm.12. Agosto-Septiembre 2005 Pags. 17-20 Dol Clin Ter 2005; III(12)