Negociar:

Una nueva tarea del psiquiatra 

Autor: Muñoz Tamayo Rodrigo

Completo

Rodrigo Muñoz Tamayo Presidente ACP En el curso de las últimas décadas el ejercicio de la profesión médica en el mundo ha sufrido una profunda transformación, a la cual la psiquiatría no ha sido ajena. De ser profesiones absolutamente liberales, donde la única limitación que tenía aquel que la ejercía era su conciencia ética, hemos pasado a una práctica profesional profundamente regulada por una gran variedad de condiciones que influyen sobre los más variados aspectos de nuestro trabajo. En la vía hacia esta reglamentación fueron dándose quizá los primeros pasos el día que el Estado definió quiénes podían actuar como médicos, obligando a los aspirantes a cumplir requisitos y completar curriculums con el fin de obtener una certificación. Otro componente del proceso fue responsabilidad de los hospitales, que mediante reglamentos, protocolos y pautas de conducta fueron labrando de una forma determinada el enfoque de las profesiones médicas. Otras instancias creadas por los mismos médicos, que de una u otra manera han tenido influencia sobre su actuar, han sido los Comités de Etica Médica, las Sociedades Científicas y otras Agremiaciones y Sindicatos. Hasta este punto la práctica médica era definida y reglamentada por médicos o por organismos creados y atendidos por médicos. Las instituciones de salud, comenzando por el Ministerio de Salud, eran también lideradas por médicos. En los últimos años la regulación de nuestro actuar ha recibido otras influencias, restringiéndose de manera significativa el ejercicio liberal de nuestra profesión. La pretensión de lograr que un mayor número de personas tenga acceso a la salud, buscando mejorar su calidad de vida, ha contribuído a que los factores económicos pesen cada vez más en la prestación de servicios de salud. A los entes reguladores manejados por médicos se han sumado una serie de estamentos que definen y controlan el ejercicio, los cuales se basan en parámetros diferentes y modifican la tradicional práctica en la que dos individuos se relacionaban para tratar de resolver una enfermedad, sin tener en cuenta otro tipo de variables. Hoy nuestro ejercicio está determinado por empresas de salud, comités de auditoría comités de ética, Superintendencia de Salud y juzgados civiles y penales, cuyas disposiciones es prioritario aprender a tener en cuenta. Cada vez más otros intereses definen el manejo de la historia clínica, el tipo de intervención que debemos hacer, su duración, su frecuencia, la clase de medicamentos a utilizar o de hospitalización a la cual acudir. Todo esto ha ocurrido mientras los médicos nos lamentamos sin actuar, ya sea por no saber cómo hacerlo o por no creer que es nuestra responsabilidad. La modificación del escenario de acción médica debe llevarnos a un proceso de adaptación que implica nuevas actitudes frente al ejercicio profesional y nuevos roles para nuestras agremiaciones. El psiquiatra actual tiene que preocuparse por definir claramente el modelo terapeútico basándose en instrumentos de evaluación; debe definir los límites de su campo de acción profesional diferenciándolo de las otras profesiones relacionadas con la salud mental; requiere aprender a pensar y a actuar dentro de la interdisciplinariedad adquiriendo la capacidad de «negociar» con un administrador o justificar un procedimiento ante una EPS; necesita adquirir la conciencia de la relación costo-beneficio de cualquier procedimiento que realice, e incluso tiene que ser capaz de demostrar las razones sociales y económicas que justifican brindar una atención en salud mental. Tal vez nunca antes nuestra profesión se había visto obligada a enfrentar retos desemejante envergadura para poder seguir existiendo y actuando. «Negociar» era un arte prácticamente desconocido en nuestro gremio, y hoyes una realidad fundamental. Intentar modificar la conducta individual era nuestro reto habitual, modificar la conducta del psiquiatra hacia la sociedad y de la sociedad hacia la salud mental es hoy nuestro principal desafío. En este nuevo contexto la Asociación Colombiana de Psiquiatría adquiere un papel preponderante. De nuestra capacidad para aglutinarnos como gremio alrededor de ésta depende nuestra existencia como profesión que pueda plantear algo en beneficio de la salud mental de nuestro país. La Asociación ha entendido el desafío que tiene entre manos. Por esa razón, en los últimos años ha venido realizando una serie de modificaciones en su funcionamiento interno que tienen como objetivo convertirla en un ente más democrático y participativo, donde tengan cabida todos los psiquiatras y residentes, con una administración mucho más operativa y ejecutiva. Se ha venido trabajando con el Ministerio de Salud buscando participar en el proceso de reglamentación, haciéndonos voceros de los intereses de los pacientes y de los médicos. Sin embargo, la fuerza de los planteamientos de la Asociación Colombiana de Psiquiatría será la resultante de la fuerza con que cada uno de sus miembros participe, e infortunadamente todavía un porcentaje importante de ellos considera que no es su papel entrar en debates políticos y económicos de este orden. Si bien es cierto que es en estos momentos de crisis donde están nuestros grandes peligros, recordemos que es también ahora que se producen nuestras grandes oportunidades.

Palabras clave:

2004-09-03   |   878 visitas   |   Evalua este artículo 0 valoraciones

Vol. 27 Núm.3. Septiembre 1998 Pags. Rev Col Psiqui 1998; XXVII(3)